miércoles, 18 de mayo de 2011

Bicentenario Paraguay!!!!

Paraguay esta de cumple, el 14 y 15 de mayo cumplimos 200 años de Independencia... Soy Brasileira, Pero soy Paraguaya de Corazon, Adoro al Pais en el que vivo hace mas de 20 años, este pais que me recibio con los brazos abiertos, que me lleno de cultura e historia... Amo al Paraguay, Mi casa, Mi Hogar, Mi vida.
Dejo aqui estas palabras de Carola Castillo Sand,
y celebro con ella y el Pais estos 200 años de REPUBLICA.



Hola, país.

Qué lindo verte así en vísperas de tu cumple, cumpleañero. Todo el mundo anda orgulloso con escrapela a cuestas. Me encantan las calles y autos gritando rojo, blanco y azul; me encanta la competencia no planeada de edificios que te piropean con tela y luces. Me gusta todo: los videos, las propagandas, la música, el ambiente festivo, la artesanía, los hoteles llenos en Asu, todo! Hasta le perdono al insufrible spam nuestro de cada día en el celular, con cuanta “promo bicentenario” pueden romper... aguante el espíritu de mayo!
A algunos compatriotas les cuesta adueñarse de esta celebración, y sospecho que cuanto más jóvenes, más dificil les será. La historia que se enseña en los colegios es ingrata; es escueta e inexacta en tus porqués y en tus cómos. La cultura y el periodismo serio se mueven lo más que pueden a pulmón, pero tienen mucha competencia desleal.. y a fin de mes sus próceres tienen que pagar cuentas también. Es difícil celebrar con el corazón si no se entiende qué realmente se celebra, o si no se lo siente.

Yo quiero bajar el tema un poquito más a tierra y celebrar tu cumple teniendo en cuenta que vos, Paraguay, no sos una cosa ajena a mí... creo que por ahí va parte del problema, aquella enajenación.



Paraguay soy yo, el vecino de enfrente, mis compañeros de trabajo, el empresario de acá a dos cuadras, la chipera de afuera de la oficina, el jefe de policía, la funcionaria municipal, el estudiante promedio, mi mamá y la suya, los que están a favor y los que están en contra. El que canta, al que le cantan, el que lee las noticias, el que es noticia. El pintor de mi casa, y los que no tienen casa que pintar. Los que hablan guaraní fluido y los que mascullamos frases sueltas. Las que tejen ñandutí y los que lo compran. El que se fue del país, el que sueña con irse y el que no se va ni soñando. La de arriba, el de abajo, el que subió y los que están por caer. 

Y el Paraguay independiente que está “infiltrado” en muchos de ellos es el que quiero celebrar.

Quiero disentir respetuosa pero firmemente con los que reclaman “¿Qué independencia hay que celebrar?” mientras mencionan una lista de males del Paraguay. Razones hay muchas y diversas para enfocarse en una cara de la realidad y denunciarla. Respeto esa elección y sus razones, no estoy en los zapatos de quienes optan por ellas. Pero quiero hablar de otra cara de la misma realidad, y celebrarla.

Celebro la independencia de mis compatriotas que no esperan la situación ideal para embarcarse en sus planes. Esos afortunados que aprendieron que “la situación ideal” es una burda negación de la realidad: ni aquí ni en el primer mundo existe tal cosa. 

Celebro la independencia de quienes no se sentaron a esperar la aprobación de las notas reversales de Brasil para crear proyectos y desarrollar comunidades con los escuetos royalties que tuvimos hasta ahora por Itaipú. Y celebro la aprobación de las benditas notas! ...sospecho que quienes hicieron un buen trabajo con menos fondos harán un buen trabajo con más, y quienes no lo hicieron quizás pronto encontrarán otra situación ideal que esperar.

Celebro la independencia de los empresarios exitosos que aprendieron a sumar en humildes escuelas públicas. Que no dependieron de la calidad de educación que su escaso dinero podía comprar, sino que buscaron que todo en sus vidas se convirtiera en maestro, escuela y plan curricular. Estos compatriotas que son tan conscientes de que el conocimiento es poder, que no se resignan a depender de que otros decidan cuánto conocimiento regalarles: ellos buscan más. Pucha que celebro la independencia de esa raza.

Celebro la independencia de aquellos maestros de escuelas de escasos recursos que con guardapolvos remendados y la frente en alto dan cátedras de dignidad. Que les toca ser maestros, padres, enfermeros, disciplinadores y cómplices de sus alumnos. Los hay, un montón. 

Celebro la independencia de aquellos maestros de escuelas de buen pasar económico que son libres de la noción de que el dinero compra la educación y el éxito. Celebro sus esfuerzos por enseñar cuánto más caras son las cosas que no se pueden pagar con cheques.

Celebro la independencia de mis compatriotas que cayeron en manos de criminales, y que se agrupan en organizaciones para combatir los males que los dejaron sin padres, sin hijos, sin una pierna o sin el dinero que ahorraron toda la vida. Celebro su independencia! Lloran, pero son libres. Y en su libertad eligieron ser soldados heridos y en movimiento, y no víctimas paralizadas.

Celebro la independencia de quienes ya no creen en el asistencialismo como forma de vida. En su soberanía mental, eligen ir a cultivar sus chacras en vez de reunirse interminablemente para ver a quién se le puede pedir qué y quién tiene la culpa de qué más. De hecho, estos otros compatriotas, ¿qué independencia tendrían que celebrar? ¿Será que la desean, para qué?

Celebro la libertad de quienes no dependen de la violencia para resolver conflictos. De quienes no necesitan de la prepotencia para obtener lo que creen que les corresponde. De quienes no son esclavos de la TV como único medio de entretenimiento, ni del alcohol como único medio para la risa. 

Celebro la libertad de quienes son dueños de sus propios logros, grandes o pequeños, y no deben favores a padrinos que los acomodaron en puestos de trabajo. 

Celebro el gobierno mental de quienes están en una situación dura y aceptan que esta vez les tocó a ellos, y no buscan formas de amargar a los demás para que el sufrimiento les sea más tolerable. 

Celebro la independencia de quienes piensan, investigan, comparan, desafían paradigmas y se animan a cuestionarse si las doctrinas politicas, ideológicas o religiosas que otros eligieron y ellos heredaron, son realmente dignas de reelección. 

Celebro la libertad del que elige hacer algo bueno porque quiere ser una persona de bien, no porque eso le traerá aplausos de los cuales depende su autoestima. 

Celebro la independencia de familias y matrimonios que no cargan a sus seres amados con la responsabilidad de hacerlos felices o llenar sus vacíos, sabiendo que esa es tarea personal e intransferible.
Celebro la libertad creativa de artistas que surgen con mucho esfuerzo en nuestro medio. Y que toman la valiente decisión de no producir “lo que vende ahora” sino lo que el corazón les dicta, el arte que les brota naturalmente. Celebro su independencia de un mercado que los soborna para que dejen de ser ellos mismos.

Y celebro tantas independencias más.

Hay que festejar la independencia de los que la elegimos cada día. Ya sea que la hayamos logrado o estemos en camino. Me parece injusto y hasta perverso definir los logros de un país por los resultados de las acciones de quienes lo dañan. Me es absurdo no celebrar el corazón y las manos de tanta gente que cada día se sobrepone a lo malo y lucha por lo bueno, los héroes contemporáneos que luchan para evitar que su pasado los defina. 

¿Yo? Yo soy una plagueona que llegó tarde al reparto de paciencia. Me irrita, cuando me toca, lidiar con lo peor de nuestra idiosincracia, esos males que no pretendo -ni puedo- ignorar. Mi pregunta es: Y a lo bueno, ¿por qué sería correcto ignorarlo? ¿Qué clase de forma mentirosa y masoquista de vivir sería esa?

Declaremos la independencia siendo independientes nosotros. Necesitamos próceres internos, mentales, que hagan el trabajo que Rodríguez de Francia, Yegros, Caballero y los demás no pudieron hacer: la decisión personal de independencia. Cada día se hace patria. Cada actitud es una decisión. 

Basta de la opresión de la mentalidad pesimista y derrotista. Ya dependimos mucho de ella, ya nos robó mucha alegría. Librémonos del reinado de los plagueos sin propuestas. Nos da el cuero para mucho más que morir víctimas de las debilidades ajenas. 

Que los cumplas feliz, mi país! 

Javy’a!


Carola Castillo Sand

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